Parabola del Buen Samaritano - fe

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martes, 9 de septiembre de 2025

Parabola del Buen Samaritano

 


La parábola del Buen Samaritano es una de las más conocidas de Jesús. Nos invita a reflexionar sobre qué significa realmente amar al prójimo y cómo podemos demostrarlo en la vida cotidiana, no solo con palabras, sino con acciones concretas.

En esta enseñanza, Jesús rompe con los prejuicios de su época y muestra que el verdadero amor trasciende fronteras sociales, culturales y religiosas.


La Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37)

25 Y he aquí, un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?

26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?

27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.

28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.

29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?

30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.

31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo.

32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.

33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;

34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.

35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.

36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?

37 Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.


Contexto de la Parábola

Para comprender la fuerza de esta historia, debemos recordar que en tiempos de Jesús los judíos y samaritanos no se llevaban bien. Se evitaban mutuamente y existía un profundo rechazo entre ambos pueblos.

Por eso, cuando Jesús coloca como protagonista a un samaritano, está rompiendo esquemas y enseñando que el amor verdadero no conoce barreras de religión, raza ni cultura. El prójimo no es solo el que se parece a nosotros, sino todo aquel que necesita nuestra ayuda.


Reflexión

Esta parábola nos deja varias enseñanzas:

  1. El sacerdote y el levita representan la indiferencia y la comodidad. A veces el miedo, las excusas o la frialdad hacen que pasemos de largo ante las necesidades de los demás.

  2. El buen samaritano es el modelo del amor activo. No solo sintió compasión, sino que actuó, invirtió tiempo, esfuerzo y recursos para salvar al herido.

  3. Jesús nos invita a imitarlo. Al final, las palabras de Jesús son claras: “Ve, y haz tú lo mismo”. No se trata de conocer la ley, sino de vivirla a través del amor.

En la actualidad, podemos ser “buenos samaritanos” de muchas maneras:

  • Escuchar a alguien que está pasando un mal momento.

  • Compartir lo poco que tenemos con quien tiene necesidad.

  • Visitar a un enfermo o acompañar a un anciano.

  • Romper prejuicios y tender la mano incluso a quienes piensan distinto a nosotros.

El amor verdadero no busca recompensa, sino que refleja el corazón de Dios en nuestras acciones.


Enseñanza para nuestra vida

  • Amar al prójimo es un mandato, no una opción.

  • La compasión no se limita a los cercanos; se extiende a todo ser humano.

  • El amor se demuestra en los detalles: una ayuda, una palabra, una mirada de apoyo.

  • Cada día tenemos la oportunidad de decidir si pasamos de largo o si nos detenemos a ser luz en la vida de alguien.


Oración

Señor, dame un corazón lleno de compasión.
Que no pase de largo cuando alguien necesite ayuda.
Enséñame a amar como el Buen Samaritano: con acciones y no solo con palabras.
Ayúdame a vencer el egoísmo, la prisa y el miedo, para vivir tu mandamiento del amor.
Amén.


Conclusión

La parábola del Buen Samaritano sigue viva en cada acto de bondad. Jesús nos recuerda que ser cristianos no es solo rezar o conocer la Biblia, sino vivir la fe a través del servicio y la misericordia.

Cada vez que ayudas a alguien, aunque sea en lo más pequeño, estás reflejando el corazón de Dios y dando testimonio de su amor.

La pregunta que nos deja esta enseñanza es: ¿Seré yo un buen samaritano en el camino de la vida?




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